Roger Walkowiak (2 de marzo de 1927 - Montluçon), el sorprendente ganador del Tour de Francia de 1956, murió ayer a los 89 años cerca de Vichy. "Walko" era, tras la muerte del suizo Ferdi Kubler al final de diciembre, el ganador de más edad de la Grande Bouclé. Privilegio que ahora tiene Federico Martín Bahamontes (9 de julio de 1928), que ganó el Tour de 1959.

Walkowiak corrió seis Tours y sólo acabó entre los 10 primeros en 1956 cuando sorpendió a todos ganando la carrera gracias a la amplia renta obtenida, sobre todo, en una de las escapadas en que consiguió entrar.

Para el ganador Walkowiak la victoria supuso una losa de la que nunca se libró; una losa injusta a todas luces porque no ha sido el único en ganar un Tour de la manera en que él lo hizo. Si bien fue sobre todo gracias a una escapada de muchos minutos, hay que decir en su favor que llegó con la escapada buena a meta durante cuatro jornadas seguidas, y fue en la cuarta cuando consiguió hacerse con el amarillo, cuando llegaron a meta 31 corredores fugados, algunos de ellos con mucho mayor nombre y palmarés que nuestro protagonista, que vestía no los colores del equipo A de Francia sino el maillot de Nordeste-Centro.

De hecho, en ese Tour el ganador final entró en seis ocasiones en el top10 de alguna etapa. Él no pudo superar los comentarios peyorativos de la llamada prensa especializada pero dejó tras de sí a Bahamontes, Gaul, Dotto, Nencini, Loroño, Conterno, Geminiani y compañía. Que aprovechase la falta de colaboración entre los ases franceses del equipo A y la falta de ambición del resto de figuras, no es achacable al ganador final ni entonces ni ahora.

Recordemos que fue profesional durante once temporadas, ese mismo año había vencido en una etapa de la Vuelta y en la crono por equipos de ésta, y al año siguiente volvió a imponerse en otra etapa de la ronda hispana. No es cierto, pues, que la del Tour de 1956 fuese su única victoria. Consiguió además otros triunfos fundamentalmente en Francia y se clasificó segundo en la Dauphiné Libéré de 1955, tras Louison Bobet, ganador de tres Tour y precediendo a Marcel De Mulder, que posteriormente se impondría en la Vuelta a España de 1960


Así ganó Walkowiak el Tour de 1956

Roger Walkowiak pasó a la historia del Tour de Francia muy a su pesar, fue el ganador sorpresa en 1956 gracias a una fuga bidón, tal como se denominaban en aquel entonces a las escapadas consentidas. El pequeño ciclista en sus últimos días era un anciano venerable que pensaba que nunca se le reconocieron los méritos de ganar la carrera gala a pesar de contar con la inestimable ayuda de 19 minutos. Sí, fueron 18’46” la ventaja que lograron los 31 ciclistas fugados en la meta de Angers con respecto al pelotón. Entre ellos estaba Walkowiak que se enfundaba el maillot de líder. Gaul, el máximo favorito de la carrera en ausencia de las demás figuras de la época no tomó en serio la prestación del regional.

La edición de 1956 fue la de las ausencias en general, no estaban en la línea de salida los astros. Louison Bobet, ganador en las tras ediciones anteriores no estaba, tampoco el gran Fausto Coppi, un poco maduro, ni la famosa dobre K suiza compuesta por Koblet y Kubler. Era, por lo tanto una ocasión de oro para el luxemburgués Charly Gaul, escalador indolente al que le gustaba rodar bajo la lluvia y reciente vencedor del Giro de Italia, o para el potente, como era costumbre, equipo nacional galo donde destacaban hombres d ela talla de Bauvin, Geminiani o Darrigade, dominador en las llegadas en la primera parte d ela carrera. No estaba, en cambio, un joven normando de 22 años que estana rimpiendo todos los moldes en las pruebas contra el reloj y que respondía al nombre de Jacques Anquetil.

Saí pues, cuando el alsaciano casi desconocido le arrebató al maillot a Darrigade pocos, o mejor dicho nadie, creñian en sus posibilidades. Y menos aún un público y una prensa que ejercieron una presión terrible sobre el seleccionador nacional francés que no era otro qie Marcel Bidot. Prueba de la deslilusión con la que se encajó la vistoria de un ciclista perteneciente a un equipo ‘regional’ sobre los ‘tricolores’ fue la sonora pita que debió escuchar el director técnico galo y su equipo una vez terminada la prueba en el Parque de los Príncipes parisino.

Gracias a un cúmilo de circistancias la carrera estaba un poco loca hasta la sexta etapa, no había un control férreo en el pelotón por lo que los intentos de fuga eran costantes. Había veces que se llegaba y veces que no. Pero a pesar de todo el futuro vencedor lo intentaba todos los días, haciendo caso a su director deportivo, Sauveur Dacezeaux, que le recomendó que intentase colarse en las fugas, ya que al no ser un hombre rápido era prácticamente imposible ahcerse con ninguna etapa, pero sí, en cambio, con el maillot amarillo. Este lo podía llevara sus espaldas un pas de días o tres, y podía repercutir favorablemante a la hora de contratar los criteriums post-Tour, contratos que hacía lelnarse los bolsillos de los ciclistas que habían realizado un brillante mes de julio en las carreteras galas.

Obediente, cuando veía que había movimiento en la cabeza del pelotón seguía la rueda del ciclista que arrancaba, cuando no era él mismo el promotor. Tuvo el acierto o la suerte de colarse en tres días seguidos en las escapadas que llegaron a meta, de tal forma que le auparon a la quinta plaza de la general, pero, eso sí, muy lejos del líder Darrigade del que le separaban siete minutos. Al día siguiente Walko llegaba de nuevo con los de adelante y se enfundaba en maillot de líder.

Pasados dos etapas perdió el primer puesto en beneficio de Voorting que, tal como había hecho él mismo, se había colado en la fuga buena. No le importó gran cosa, su obtejivo no era llegar de amarillo a Paris, era hacerse notar y bastanta había sido el haber sido portada de todos los diarios un par de días, como había vaticinado su Ducazeux.

Este, no obstante, cambió de opinión. Tras ver cómo estaban rodonado las cosas vio que su pupilo podía llevarse la carerra. Y así se lo hizo saber. Tras varios días en los que hubo cambio de líder, se vuelve a vestir de amarillo en Grenoble, al término de la la decimooctava etapa relevando al holandés Wout Wagtmans. En la general mandaba con casi cuatro minutos sobre Bauvin, ciclista perteneciente a la selección francesa pero que en otros Tours habí corrido con él en el mismo equipo regional. Ducazeux, sabio y astuto, animaba a su pupilo de esta forma: “Ahora tenemos a Bauvin detrás nuestro. No te preocupes, los dos sabemos hasta cómo respira y conocemos de memoria su manera de correr. Pégate a su rueda y en Tour y la gloria será tuya.”

En la etapa siguiente todo se puso en contra del líder. La etapa iba desde Grenoble hasta Saint Etienne con dos puertos de segunda categoría. Pero en un momento de la misma Walko se va al suelo. Lo primero que pensó es que su sueño se convertía en pesadilla. No contaba con la inestimable ayuda se su compañero Deledda, un ciclista de clase que estaba muy dolido con Bidot porque no le había llamado para el equipo nacional. Su colaboración fue maravillosa y reintegró al líder al pelotón. Deledda se pasó un tanrto en la ayuda, con el ímpetu cada cierto tiempo de lada algún que otro empujón, lo que le acarreó al maillot amarillo una penalización de treinta segundos. Poco importaba, la túnica dorada estaba a salvo. Dos días más tarde se proclamaba ganador final del Tour de Francia 1956.

‘Walko’ había defendido su privilegiada posición en las etapas montañosas y entonces el aficionado empezó a recordar que había finalizado en segunda posición en el Criterium du Dauphiné Libéré, prueba por etapas que recorre puertos alpinos que un mes más tarde se iban a subir en el Tour. Y se empezó a reburcar en su árbol genealógico, puesto que Walkowiak era un apellido con raíces francesas. Se descubrió cómo su familia se vino en 1923, cuatro años antes de su nacimiento, a Francia donde su padre comenzó a trabajar de minero en Montluçon, lugar a donde llegó años más tarde su hijo vestido con el maillot amarillo en la penúltima etapa de aquel Tour.

Walkowiak llevó a sus espaldas el ser un ciclista sin nombre que fue el protagonista de la frase “Ganar a lo Walkowiak” para hacer referencia a la victoria de un hombre inesperado. También contribuyó a su leyenda que ya nunca pudo ser el de antes debido a las lesiones y problemas de salud. Al año siguiente ganó una etapa del la Vuelta, pero se debió de retirar en el Tour. Su última participación en la ronda gala fue en 1958, finalizando en el puesto 75 sin pena ni gloria.

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