El británico ganó al sprint perfectamente lanzado. Su compatriota Wiggins quedó cortado por una montonera, pero el pelotón le esperó y enlazó sin problemas.

Margherita di Savoia, localidad de la costa adriática que debe su nombre a la reina consorte de Humberto I de Italia, vio cómo el rey del sprint, Mark Cavendish, se llevaba su segundo triunfo en este Giro. El británico ganó, esta vez sí, con una considerable ayuda del tren del Omega. Steegmans le dejó perfectamente lanzado a 150 metros, para que rematara ante Viviani y Goss. Las cenas incómodas y las críticas feroces a su equipo parece que han surtido efecto. En el podio, Cavs sacó su mejor cara y dedicó la victoria a Wouter Weylandt, fallecido justo hace dos años, en la edición de 2011.

Al margen de la actuación de Cavendish, se escribió otro capítulo sobre un eterno debate en este deporte: ¿se debe esperar a la gente implicada en caídas? Las pocas oportunidades para velocistas puros se traducen en nervios. Dentro del circuito de Margherita, a dos vueltas para el final, se produjo una montonera que obligó a echar pie a tierra a medio pelotón. Wiggins, que ya marchaba rezagado debido a un problema mecánico, permaneció retenido un buen rato por el tremendo atasco que formaron auxiliares, bicis y ciclistas. También se cortó Nibali.

Ninguna de las escuadras que se filtraron en punta quiso aprovechar la situación: más de un minuto de ventaja sobre los dos máximos favoritos. No se frenó de manera alevosa, pero sí se redujo el ritmo a petición de los sky que salvaron el accidente. Diez km después, Wiggo en persona enlazó con el grupo. Y, en otro alarde para la galería, se colocó en cabeza a tres km de la llegada. La opinión del cronista: los inconvenientes inesperados son parte del juego, pueden ocurrirle a cualquiera y no habría que esperar a nadie, salvo en circunstancias muy excepcionales.

www.biciciclismo.com



Misschien ook interessant: